LEÓN
Qué difícil es conocerse a uno mismo y más todavía si
debes aprender a cambiar tu forma de ver la vida.
He vivido una etapa que me ha hecho aprender cuáles
son mis límites y cómo actúo en ciertas situaciones. El modo en el que veo la
vida, lo blanco y lo negro han tomado matices que no son tan blancos, pero sí
más negros.
Innumerables personas me han intentado convencer para
que viera la vida desde otro punto de vista, que me convenciera que no hay
mayor problema que el que tiene uno mismo, pero es misión imposible cambiar esa
mentalidad.
No puedo evitar pensar como pienso, que por mucho que
crea que puedo limitar el tiempo de pensamiento que le dedico a cada problema, en
realidad no puedo.
«Asústate cuando veas al hambriento león delante de ti y no porque un lindo
gatito te mire con ojos de ternura», esas han sido las palabras que más me han
hecho pensar, ahora explico el porqué.
La mayor parte de la gente cree que las personas
negativas, pesimistas o realistas vemos los problemas como algo absolutista,
algo que no se resolverá o el principio del fin del mundo y no es así. Sé
perfectamente cuando veo al león
delante de mí y cuando a un gato que solo busca cariño. El problema está en que
no sé cómo gestionar mis emociones, pues aunque tu seas capaz de saber cómo
actuar y pensar, no te da el derecho de mofarte de los que no sabemos.
No puedo dejar de ser cómo soy, para lo bueno y no tan
bueno.
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