MADUREZ
Es
increíble cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando uno de mis mayores
problemas eran no saber cómo resolver unas ecuaciones o, incluso, qué ropa
ponerme para ir al instituto. Curiosamente, algunos de esos problemas persisten
en el tiempo, pero ahora son mayores y, paradójicamente, serán, en comparación,
más pequeños que los de un futuro.
He
crecido y no solo en estatura, también a nivel personal. Durante este corto e
intenso camino, he recibido palos que me han hecho madurar, hicieron ascender a
mi mente. Duele ver cómo voy dejando atrás amistades que no se adaptan a mi
forma de pensar, principios que creía correctos y, sobre todo, duele ver la
influencia que aporto en las personas.
Hoy,
más que nunca, he aprendido que una acción tiene una consecuencia, que para
aprender, hay que caer y cómo el simple aleteo de una mariposa, puede originar
un huracán en cualquier parte del mundo. Todo lo que escribo es un tsunami que,
aparentemente, su formación no generará ningún tipo de daño, hasta que lo ves
desde otra perspectiva.
He
creado un tsunami, un terremoto, un huracán; todo tipo de desastres naturales,
tan naturales como puede ser el amor y el desamor. ¿Acaso he de sentirme
culpable por el simple hecho de haber sentido algo tan común? Esta emoción, muchas
veces, nos evoca a una mentalidad equívoca y a una obnubilación casi permanente
y, de esto, suelen surgir proyectos, ideas o pensamientos capaces de herir o
sanar, de revivir o de matar, pero siempre con un fin. Esa madurez de la que
hablaba en un principio me ha permitido defender todas mis acciones – siempre tomando
a la razón como único apoyo, jamás el corazón, pues los proyectos subjetivos
suelen argumentarse con sentimientos equívocos, cegados por el rencor –.
Cada
decisión que tomo pasa por un proceso mental e interno antes de ver la luz. Lo
creas o no, he crecido: ya no soy el pequeño de la familia, ya no soy el que
tiene una mentalidad totalmente opuesta a su círculo. El círculo lo he
cambiado, modificando a los componentes del mismo y abriendo los ojos a los que
son inmutables en cuanto a su composición. La familia ha crecido y lo seguirá haciendo.
No
pienses que ya no te necesito, pues hoy, más que nunca, necesito saber que te
tengo a mi lado, que todo lo que escribo no nace en vano y que todo lo que hago
nace con un fin.
0 comentarios:
¡Deja tu comentario!