La epístola de Iris

marzo 17, 2016 Orfeo 0 Opiniones

“Puede que al principio no entiendas por qué te escribo esto, pero créeme que con el paso del tiempo, recibirás respuestas. He estado pensando en hacer esto durante días y por fin me he animado a hacerlo, nos ayudará a ambas. Le he dicho a papá que te deje esto sobre tu mesilla de noche, para que cuando te despiertes, me recuerdes con las palabras que vas a leer ahora:
Anímate cielo, no quiero que te preocupes por ningún motivo. Nada en esta vida merece tu malestar. Durante esta vida te vas a encontrar innumerables obstáculos que necesitan ser superados.
Recuerdo el momento en el que naciste, tu piel rojiza y tus ojos grisáceos consiguieron calmar el dolor que sentía. Meses después conseguías el halago de todas las personas al ver tu pequeña sonrisa, tus mejillas sonrosadas y ese brillo de tus ojos que hacían ver a cualquiera tu futuro. No necesito enumerarte cada uno de tus detalles primarios porque las fotos hablan por sí solas.
Uno de los momentos más felices que vivimos tu padre y yo fue la primera palabra que fuiste capaz de verbalizar, “mamá”, además con una perfecta entonación y vocalización que nos dejaron estupefactos.  El tener miedo de que no cayeras con tus primeros pasos, fue uno de los pocos problemas que pude vivir contigo.
Tu primer día en la guardería fue un poco… ¿Cómo decirlo? Un poco bochornosa porque no querías separarte de mí a la vez que no dejabas de llorar para que te lleváramos a casa, pero lo que no sabías es que, ése iba a ser uno de los mejores momentos de tu vida. Allí hiciste amigos que todavía conservas y, gracias a eso, yo también con las mamás de cada uno.
No quiero que me guardes rencor por no saber despedirme de ti, pero de esta manera podrás guardarme en tu recuerdo. Gracias a ti supe ver que la felicidad podía disfrutarse en primera persona.
Mi vida, todo lo hago por ti y por eso solo te pido una cosa: cuida a tu padre, no desprecies todo lo que hace porque piensa que él actuará ejerciendo dos papeles. Tal vez sea demasiado estricto en diversas ocasiones, en otras tan sólo quieras hablar con alguien que te entienda como buena mujer que serás. También te voy a dar una serie de consejos que te servirán para los diferentes retos a los que te tendrás que enfrentar: cuando pienses que nadie te quiere, habla con tu padre, él siempre agradecerá que le cuentes todo lo que se te pase por la cabeza. Cuando empieces el instituto verás a gente distinta y más desagradecidos que tú, por eso debes ignorarlos e intentar hacer amigos, porque son esos los que tendrás durante toda tu vida. Ignora todos los comentarios que creas grotescos e inoportunos. No dejes que los cánones de belleza del momento influyan en tu carácter ni en tu aspecto. No importa como seas físicamente, solo quiero que seas una mujer honrada y honesta, porque no hay mejor cosa que ir de frente en la vida. En el momento en el que te empiecen a gustar los chicos, cuéntaselo a tu padre con delicadeza, porque para él siempre serás su “princesita” y no quiere que nadie te quite de sus manos.
En cuanto a mí, sólo tengo que decirte que no te preocupes, a ti no te pasará lo mismo que a mí. La enfermedad no tiene tantas posibilidades de traspaso genético y tú siempre te has parecido más a tu padre. Siempre he querido tener una niña, para vestirla como una princesa y ayudarla a manejar la paleta de colores con el maquillaje, jugar con su largo pelo y, sobre todo, a enseñarla a ser una mujer elegante y con unos valores propios. Como ves mis sueños se han roto con la llegada de esta desdicha, pero no por ello debemos estar tristes. Vivir es una experiencia increíble que no podemos desaprovechar estando tristes o preocupados por algún tema. Probablemente no hayas asistido a mi funeral, por decisión mía propia. Considero que es lo mejor para ambas. No te permito que llores más por temas sin importancia. Lucha, cariño, lucha por todas las personas que sufren por esta enfermedad.
El cáncer no es un juego. No es una simple enfermedad que puedas creer que es simple de ignorar, pero tampoco quiero que creas que debes amargarte una vez sepas que la tienes.
Te quiero cariño, lucha por tus sueños y jamás dejes de creer en ti misma.”

“Gracias mamá, tu carta me ha ayudado a ser yo misma. Como tú has dicho, la vida no es fácil de asumir y sobre todo cuando hay gente que dificulta la convivencia con ella misma. He estudiado medicina, especializándome en el tema de investigación. No puedo permitir que las personas vivan lo que hemos vivido papá, tú y yo. Papá me ha ayudado en lo que ha podido e incluso ha tenido que ampliar su horario para cumplir todos mis caprichos. He leído esta carta durante todos los días en los que me sentía sola, agobiada e incluso en los días más felices.
He tenido una niña preciosa que actualmente está estudiando medicina también. Ahora mismo es ella la que está escribiendo estas palabras en respuesta a tu carta, ya que mis experimentadas manos no me permiten escribir, estoy en mis últimos momentos de suspiro y no podía dejar este mundo sin responderte. Te quiero mamá, a pesar de no recordar nada de ti, pero, como bien habías mencionado, la epístola me ha ayudado a recordarte. Gracias por todo lo que has hecho sin saberlo.”