La epístola de Iris
“Puede que al principio no entiendas por qué te escribo esto,
pero créeme que con el paso del tiempo, recibirás respuestas. He estado
pensando en hacer esto durante días y por fin me he animado a hacerlo, nos
ayudará a ambas. Le he dicho a papá que te deje esto sobre tu mesilla de noche,
para que cuando te despiertes, me recuerdes con las palabras que vas a leer
ahora:
Anímate cielo, no quiero que te preocupes por ningún
motivo. Nada en esta vida merece tu malestar. Durante esta vida te vas a
encontrar innumerables obstáculos que necesitan ser superados.
Recuerdo el momento en el que naciste, tu piel rojiza y tus
ojos grisáceos consiguieron calmar el dolor que sentía. Meses después
conseguías el halago de todas las personas al ver tu pequeña sonrisa, tus mejillas
sonrosadas y ese brillo de tus ojos que hacían ver a cualquiera tu futuro. No
necesito enumerarte cada uno de tus detalles primarios porque las fotos hablan
por sí solas.
Uno de los momentos más felices que vivimos tu padre y yo
fue la primera palabra que fuiste capaz de verbalizar, “mamá”, además con una
perfecta entonación y vocalización que nos dejaron estupefactos. El tener miedo de que no cayeras con tus
primeros pasos, fue uno de los pocos problemas que pude vivir contigo.
Tu primer día en la guardería fue un poco… ¿Cómo decirlo?
Un poco bochornosa porque no querías separarte de mí a la vez que no dejabas de
llorar para que te lleváramos a casa, pero lo que no sabías es que, ése iba a
ser uno de los mejores momentos de tu vida. Allí hiciste amigos que todavía
conservas y, gracias a eso, yo también con las mamás de cada uno.
No quiero que me guardes rencor por no saber despedirme de
ti, pero de esta manera podrás guardarme en tu recuerdo. Gracias a ti supe ver
que la felicidad podía disfrutarse en primera persona.
Mi vida, todo lo hago por ti y por eso solo te pido una
cosa: cuida a tu padre, no desprecies todo lo que hace porque piensa que él
actuará ejerciendo dos papeles. Tal vez sea demasiado estricto en diversas
ocasiones, en otras tan sólo quieras hablar con alguien que te entienda como
buena mujer que serás. También te voy a dar una serie de consejos que te
servirán para los diferentes retos a los que te tendrás que enfrentar: cuando
pienses que nadie te quiere, habla con tu padre, él siempre agradecerá que le
cuentes todo lo que se te pase por la cabeza. Cuando empieces el instituto
verás a gente distinta y más desagradecidos que tú, por eso debes ignorarlos e
intentar hacer amigos, porque son esos los que tendrás durante toda tu vida.
Ignora todos los comentarios que creas grotescos e inoportunos. No dejes que
los cánones de belleza del momento influyan en tu carácter ni en tu aspecto. No
importa como seas físicamente, solo quiero que seas una mujer honrada y
honesta, porque no hay mejor cosa que ir de frente en la vida. En el momento en
el que te empiecen a gustar los chicos, cuéntaselo a tu padre con delicadeza,
porque para él siempre serás su “princesita” y no quiere que nadie te quite de
sus manos.
En cuanto a mí, sólo tengo que decirte que no te preocupes,
a ti no te pasará lo mismo que a mí. La enfermedad no tiene tantas posibilidades
de traspaso genético y tú siempre te has parecido más a tu padre. Siempre he
querido tener una niña, para vestirla como una princesa y ayudarla a manejar la
paleta de colores con el maquillaje, jugar con su largo pelo y, sobre todo, a
enseñarla a ser una mujer elegante y con unos valores propios. Como ves mis
sueños se han roto con la llegada de esta desdicha, pero no por ello debemos estar
tristes. Vivir es una experiencia increíble que no podemos desaprovechar
estando tristes o preocupados por algún tema. Probablemente no hayas asistido a
mi funeral, por decisión mía propia. Considero que es lo mejor para ambas. No
te permito que llores más por temas sin importancia. Lucha, cariño, lucha por
todas las personas que sufren por esta enfermedad.
El cáncer no es un juego. No es una simple enfermedad que
puedas creer que es simple de ignorar, pero tampoco quiero que creas que debes
amargarte una vez sepas que la tienes.
Te quiero cariño, lucha por tus sueños y jamás dejes de
creer en ti misma.”
“Gracias mamá, tu carta me ha ayudado a ser yo misma. Como
tú has dicho, la vida no es fácil de asumir y sobre todo cuando hay gente que
dificulta la convivencia con ella misma. He estudiado medicina,
especializándome en el tema de investigación. No puedo permitir que las
personas vivan lo que hemos vivido papá, tú y yo. Papá me ha ayudado en lo que
ha podido e incluso ha tenido que ampliar su horario para cumplir todos mis
caprichos. He leído esta carta durante todos los días en los que me sentía
sola, agobiada e incluso en los días más felices.
He tenido una niña preciosa que actualmente está estudiando
medicina también. Ahora mismo es ella la que está escribiendo estas palabras en
respuesta a tu carta, ya que mis experimentadas manos no me permiten escribir,
estoy en mis últimos momentos de suspiro y no podía dejar este mundo sin
responderte. Te quiero mamá, a pesar de no recordar nada de ti, pero, como bien
habías mencionado, la epístola me ha ayudado a recordarte. Gracias por todo lo
que has hecho sin saberlo.”