CARTA A UNA COBAYA VIAJERA

junio 06, 2020 Orfeo 0 Opiniones

Supongo que no empezaré esta carta con un saludo porque quiero centrarme en la despedida que hemos tenido. Mi pretensión es la de ser breve, pero supongo que mi corazón no me dejará hacer lo que quiera. 

Parece que fue ayer cuando decidimos acogerte y adoptarte como un miembro más de la familia y hermana de Rómulo y Remo. Lo más fácil de casi este año que pasaste con nosotros ha sido ganar tu confianza, pues no tardaste en empezar a besarnos –nunca había tenido una cobaya que me besara a su voluntad–. Los paseos por nuestro piso y los encuentros con tus hermanos fueron alguna de las excursiones que hiciste bajo mi supervisión. 

Hoy ha sido un día duro, no solo para mí, sino para ti. Sabías que no estaba pasando por una buena temporada y parece que te contagié ese bajón anímico. Sentí como te ibas yendo y no quería verlo. En el viaje en coche, de alguna manera me estabas diciendo que te ibas a ir, me dirigiste varias miradas que me comunicaban el trágico fin. No quiero que llegue el momento de ver la ausencia de tu jaula al lado de la de tus hermanos, no quiero acostumbrarme a no calcular las porciones de zanahoria de cada mañana, no quiero acostumbrarme a dejar de llamarte “princesa”, no quiero dejar de escuchar cómo te subías a tu casa, no quiero dejar de escucharte estornudar, no quiero dejar de acariciarte (aunque ya lo he hecho). 

No olvidaré tus colores, tus besos y las pedidas mañaneras de zanahoria. 

Te quiero, Tesi.

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