GRACIAS
Puede que me cueste reconocer que los sueños se hacen
realidad, pero esta vez he de asumir que me equivocaba. Ayer, 4 de noviembre, tuve
la oportunidad de presentar mi libro: Querofobia: Miedo a ti.
No sabría explicar lo que sentí antes, durante y después de
el evento. Mi cabeza solo se centraba en no defraudar a los que iban a conocer
mi trabajo. Mi mente solo quería no decepcionarme a mí una vez más.
Antes de que llegara el día, empecé a organizar todo lo que
estuviera bajo mi poder y así fue. Comencé por elegir a la persona que fuera a
presentarme antes de mi intervención y he de decir que fue la tarea más fácil de
realizar porque no tuve ni que pensarlo, ya tenía a la persona en mi cabeza.
Tras algunos intentos y esfuerzos mentales y reales, ya tenía el nombre:
Zeltia.
No sé si alguna vez la mencioné, pero ella fue la primera
profesora que me metió en las letras, la primera que me ayudó en la corrección
de mis relatos y la primera que me apoyó en las inseguridades que me provocaba
este evento. No tardó en responder y, muchos menos, en aceptar. Estuvimos teniendo
largas tardes de organización porque, aunque no debería presumir de ello, ambos
compartimos los mismos miedos y es lo que me hace estar más unido a ella.
Cuando
ya llegó el día, me reencontré con Zeltia tras dos años sin vernos, era un déjà vu
andante, con su misma sonrisa y mirada que me seguía
transmitiendo cuando aún no era Orfeo. Me ayudó a organizarlo todo antes de la
llegada de la gente y esperé a que vinieran los invitados. Ambos estuvimos
compartiendo pequeños detalles de nuestras vidas y nuestro nerviosismo, además
de grandes consejos que, sin duda, me harán falta en el futuro. A pesar de que
su mirada me transmitiera seguridad y tranquilidad, mi mente seguía pensando
que no estábamos tomando un café, sino que estábamos esperando para recibir a
la gente que sería testigo de nuestro primer trabajo juntos porque, desde ese
momento, dejamos de tener una antigua relación de profesora-alumno a estar
unidos por el compañerismo. Fue ahí cuando mi equipo creció incorporando a una
profesional de la materia y, aunque parezca mentira, mi cabeza ya asimiló que
la familia de Los pensamientos de Orfeo había crecido.
La gente comenzó a llegar, me empecé a sentir arropado por
mi gente y por algún desconocido que estaba dispuesto a conocer mi trabajo. Por
primera vez, familiares iban a ser testigos de lo que hago en mi ámbito
personal, de poder opinar sobre lo que hago y pienso cuando nadie me ve.
El evento comenzó dando paso a la intervención de Zeltia.
Sus palabras, llenas de sentimiento y cariño, me inundaron el corazón y la
estabilidad de mi voz comenzó a temblar (aún sin haber empezado a hablar). Jamás
pensé que me arrepentiría de haber elegido a Zeltia y, en ese momento, supe que
no me había equivocado, que eso era lo que el destino decidió. Su discurso estaba
plagado de nerviosismo y profesionalidad, dos sustantivos que jamás pensé que
podrían estar unidos, pero, con ella, vi cómo se abrazaban y peleaban, venciendo
la profesionalidad que desbordaba en cada palabra que pronunciaba.
Llegó el momento de hablar, de darle paso a mi corazón. En
ese instante yo también me convertí en espectador, empecé a observar y escuchar
lo que mi corazón decía. Las palabras se balanceaban y bailaban en un mismo
tono, excepto cuando anclaba la mirada a mis seres queridos, entre ellos mi
madre, mi padre, mi hermano y mi cuñada, Fénix, Atenea y, sobre todo, Alceo al
que creo que solamente miré dos veces para evitar derrumbarme.
La gente parecía estar disfrutando de mi intervención y de
los dos vídeos que reproduje para plasmar y apoyar el trabajo que tiene detrás
esa parte de mi corazón. Mi mente seguía cuestionándose si lo estaba haciendo
bien, aunque lo que más me seguía asombrando era que mi corazón era el que
estaba tomando el timón. Mis compañeros llegaron un poco tarde, pero fueron tan
puntuales que llegaron en el preciso instante en el que mi discurso estaba en
el auge del sentimentalismo.
Al finalizar, la gente se acercó a comprar mis libros o,
mejor dicho, a llevarse mi corazón a sus hogares, algo que todavía no me
termino de creer. Todavía no asimilo que la gente vaya a ser consciente de lo
que sentí y lo que viví.
Pronto subiré el vídeo y, a pesar de no haber podido
asistir, quiero que viajes en el tiempo y lo reproduzcas cuando puedas.
Muchas gracias por haber estado y seguir estando.
Querofobia estará en dos meses a la venta y no puedo
estar más nervioso y ansioso por saber las opiniones de mis seguidores.
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