OLMO
«No se le pueden pedir peras al olmo».
¿Cuántas veces lo habré dicho durante este tiempo? Pocas veces respecto a mí, pero puede que sea la fuente del problema: a este olmo no se le puede pedir más de lo que puede dar.
Siempre he creído que mi mentalidad estaba desfasada con la de este tiempo, porque para bien o para mal, causo estragos allá por donde pasa y, muy a menudo, en mi cabeza.
No puedo pedir lo que doy, porque tal vez es inconcebible que me lo den, pero no les es inconcebible recibirlo.
No sé, creo que aún me queda mucho por aprender y me quedará mucho más por dar.
Hoy daré la lección que aprendí: no esperes recibir lo que das, porque siempre te harán sentir mal.
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