ATENEA
Tan dulce como erasla sangre siempre alteras.
No te dejes avasallar,
pues de tu mano se quieren alimentar.
¡Oh, dulce Atenea!
¿No te enteras que,
de ser tan buena,
de ti se aprovechan?
Nunca piensas en qué te pasará
y eso es lo que acaba con tu bienestar.
Dile al que te acompaña
que a ti nadie te para.
Por mucho que Alceo y yo,
el mismísimo Orfeo,
te cuidemos,
sabrás que nunca te fallaremos.
¿Puede decir él lo mismo?
No dejes que tu sabiduría
se pierda a lo largo de la vida.
Aquí estamos poco,
no dejes que te lo demuestre con insultos.
Te está frenando,
¿nos ves lo que te está dando?
El amor se basa en el cariño,
¿no ves que solo necesitas un poco de mimos?
Siento ser yo el que te de mi opinión,
pero de verdad, Atenea, no sigas con el Megalodón.
Todavía recuerdo
que brillabas con fuerza,
¿dónde se ha quedado tu resplandor?
Sigo dudando que sea lo que amabas.
No quiero ser yo el que siempre
te diga que él miente.
¡Oh, diosa de la Sabiduría,
¿por qué no lo aplicas en tu día a día?
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