Hoy me he acordado de ti, Justo, y no por haber hablado contigo, sino porque, echando la vista atrás, me he dado cuenta que hay preguntas sin responder. Sigo sin entender qué ha pasado, qué nos ha pasado. ¿Cómo he llegado a estar tan hecho polvo?
Quiero volar a ti o, por lo menos, que vuelvas a mí.
Quiero contarte una historia, mejor dicho: el recuerdo de una historia y de casi todas las emociones que me ha aportado.
Quiero que veas lo que yo he visto y sientas lo que he sentido. Y aprovecho ahora, que tengo los ojos bien abiertos, para decirte que mi miedo no era estar a su lado, era dejar de sentir lo que me transmitía y de no volver a ver su sonrisa.
No te vayas todavía, es el momento de enseñarte, con el corazón en las manos, los recuerdos de mi primer amor. Y espero que entiendas que, por mucho que lo desee, esto no acaba aquí; a decir verdad, no ha hecho nada más que empezar.
Creo que nada nace de la nada y, para entenderlo, te recomiendo que cierres los ojos y abras tu corazón.
Nadie dijo que fuera fácil, pero muchos parecen hacerlo así. Debo aceptar que la vida no está hecha para mí; ha llegado el momento del año -entre otros muchos- en los que no me creo suficiente para nada. Ya no sé si lo que hago está bien, si lo que está por venir será lo correcto, pero pienso en seguir haciéndolo.
Estoy en el abismo y le pido al destino que actúe como debe: buscando mi bien.
Conocerme no será difícil si estás dispuesto a abrir tu mente. La vida es como la poesía, solo unos pocos conseguirán vivirla como se merece; para conseguirlo, despójate de los prejuicios establecidos, libera los recuerdos acumulados y léeme para evadirte.
0 comentarios:
¡Deja tu comentario!