EL OTRO LADO
Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=Z8PJFOo5RvU&feature=youtu.be
Hola, sé que no es el mejor momento para hablar de mis emociones y de lo que estoy viviendo, pero necesito hacerlo.
Hace bastante tiempo que no
hago un pensamiento puro, en el que me dedique a hablar sin metáforas ni rodeos,
por eso creo que es el momento de hacer uno nuevo. Este año ha sido desastroso,
comenzó con uno de los proyectos más ambiciosos que he creado hasta la fecha,
pero que no pude seguir por la pandemia. No sé si afortunada o
desgraciadamente, el proyecto va a seguir, pues sigue persiguiéndome lo que
quiero manifestar en él, pero no podré continuarlo hasta que no desaparezca
este año.
He tenido mucha suerte,
ninguno de mis familiares ni amigos han sufrido las consecuencias del virus,
pero no ha sido agradable ver lo que he visto en el mundo en el que vivimos.
Podría resumirlo todo en la falta de empatía, pues muy poca gente ha estado respetando
las normas y casi nadie se ha puesto en la piel de los demás. Esto me lleva a
centrarme en mi mundo que, de nuevo, os pido perdón, pero este es el único
rincón en el que consigo desahogarme.
Durante la cuarentena, he
estado hasta arriba de trabajos de la universidad que, por una parte, lo odiaba
porque me estresaba saber cómo estaba siendo todo («lo nunca visto»), pero, por
otra parte, me gustaba, porque me ayudaba a no pensar en lo demás. Los docentes
no han ayudado, como siempre, prefieren ser máquinas a antiguos alumnos que
pasaron por lo que nosotros hemos pasado, eso sí, ellos sin pandemia. Ya de por
sí el trabajo universitario es abundante, por lo menos en mi carrera, pero
durante el confinamiento, la cantidad de trabajo ha sido y está siendo
desmesurado. Os preguntaréis que esto a qué me lleva y yo lo resumo en una
frase: estoy destrozado.
Mi cabeza ha estado a punto
de estallar muchas veces y por culpa de esta desmesurada cantidad de trabajos
no he podido desahogarme a través de mi blog. Mis preocupaciones se basaban en necesitar
estar con mi familia, pensar todo el rato sobre amistades que extraño y el
cambio de comportamiento en los más allegados.
Extraño ser yo. Extraño
volver a hablar con mis amigos, los de antes, los que se fueron sin decir
adiós. Mientras que, los que siguen a mi lado, lo único que puedo hacer es
estar eternamente agradecido: a los que se fueron, pero supieron volver; a los
que vinieron y, desde entonces, se quedaron; al amor de mi vida, que sin él todo
sería diferente… Estoy agradecido de tener la familia que me ha tocado, de ser
comprendido y no odiado.
La cuarentena hizo mella: causó
la revelación de uno de los pozos más oscuros de mi intimidad a través de «Quiero»,
dándome el apoyo de muchos, pero no el de todos. Desde aquí, quiero pedirte
que, si me estás escuchando o leyendo y crees que eres uno de esos amigos que echo
de menos, por favor, háblame, te necesito. Espero que me estés entendiendo y
sepas ver que es a ti al que me refiero. Tengo parches que no he sabido coser y
aún siguen ahí.
He de reconocer que nunca
he sido una persona feliz (o por lo menos no lo recuerdo), pero esto me ha
superado. No alcanzo a resumir todo lo que he vivido y sentido, aunque, de
nuevo, soy un privilegiado por no sufrir las consecuencias directas del virus.
Este es el otro lado de la pandemia, del que nadie habla, del que los
medios no se hacen eco.
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