FÉNIX
Ha pasado, ha resurgido. El Fénix ha vuelto a nacer. Hace unos meses Alceo y Atenea
consiguieron que asistiera al resurgimiento del Fénix y he de decir que no me
arrepiento.
No puedo negar que me hizo daño, pero en mí hubo algo
que no me permitió dejar esto pasar.
Me llamó y me pidió seguir lo que habíamos dejado,
tener la conversación que no tuvimos cuando en realidad nos lo merecíamos.
¿Sabéis? En ese momento no se me pasó decir que no.
Solo pensaba en ese Orfeo que una vez escribió lo que sintió desde su corazón,
en el Orfeo que solo necesitaba hablar todo para arreglar aquella relación que
parecía ser de sangre.
Como ya he dicho: Alceo y Atenea me convencieron,
aunque no hacía mucha falta que lo hicieran, ya lo tenía bastante claro.
Por fin tuve ese encuentro que llevaba esperando desde
hacía tres años y su mirada transmitía arrepentimiento y su sonrisa tímida me
aseguraba que estaba nerviosa por temor a repetir los errores que había cometido
en el pasado.
Hablamos largo y tendido y no sé cómo explicarlo, pero
creo que en ese momento viajé en el tiempo, mas no por el espacio. Volví a ese
momento en el que Orfeo aún no existía y pensé que ella era realmente la razón
por la que llegó a existir.
Volví a encontrarme con una hermana perdida, con esa
persona con la que no compartía sangre, pero sí todo lo demás. Fue mágico todo
el momento que pasamos juntos porque, lo creáis o no, me pareció que ella
sintió lo mismo, porque esa relación que tuvimos, en el fondo, no estaba tan
muerta.
Volví a ser feliz porque completé algo que tenía
pendiente y se demostró que nunca estuve equivocado, que el único que era
tóxico y venenoso era el otro.
Desde hoy, bautizaré al Fénix aquí, aunque ya haya nacido desde ese encuentro.
Gracias por haberme acompañado y tener el valor de
darme la razón, además de poder hablar las cosas, mostrándote arrepentida de
todo lo que hiciste (no todo el mundo es capaz de hacerlo). Gracias por haber
sido lo que fuiste para mí y por querer resucitarlo.
Hoy hemos renacido, por eso os invito a no dar todo
por perdido, las segundas oportunidades merecen ser dadas.
Espero que tus alas de fuego me ayuden a volar, porque
te aseguro que yo te ayudaré a intentarlo.
Gracias, Fénix,
por ser todo y no ser nada.
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